No tenía más de ocho años cuando Pedro, al otro extremo de la mesa, me pidió una servilleta. Saqué una del servilletero y se la entregué, pero no la recibió. - La servilleta - me dijo. Y luego agregó -tu pequeña mente de niña no entiende nada-.
Ahora él vive en un país de mierda, muy al norte del mio.
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lunes, 1 de noviembre de 2010
Publicado por Sofía Augusta Pérez de Ramos. a las 9:18