miércoles, 7 de abril de 2010



Sepa usted que lo quiero. Y no he de quererlo porque sí, porque apareció en el momento preciso o porque me sobrara corazón. No, yo lo quiero por lo que es usted, por cada elemento que lo forma, por cada cosa que ha adquirido y hecho suya, por lo que deja en el camino y por lo que lleva innatamente. Lo quiero con sus experiencias, con su pasado a medio confesar, con sus heridas, con su herencia y lo que pretende heredar. Lo quiero con las inteligencias que se la han dado y que bien las supo cultivar. Con sus oscuridades y bajezas, miedos, rencores, he de quererlo porque sí, sin motivo definido y sin preguntármelo en demasía.

Lo quiero y no necesita ser nadie distinto para ser digno de lo único realmente sincero y eterno que me queda: mi amor.
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