martes, 17 de agosto de 2010

.
.
.

Fui cayendo en una especie de encantamiento.
La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente.
Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca.
-Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo.



Ernesto.


.