sábado, 21 de agosto de 2010

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La cama donde espera mi buenamoza es tibia como un vientre y es luminosa. Viniendo de la lluvia y forzando puertas, aprecio que su gana ya esté despierta. La cama donde escurro mis homenajes es donde desterramos la barrera de los trajes, es donde, de algún modo, mi resolana se adueña de mi lengua, tan soberana.
Allí nos respiramos de diestra suerte, allí nos cobijamos (por si la muerte), allí yo le regalo mis estertores y allí ella me devora con mil amores cogiendo de mi sangre las frescas flores.

Viniendo de tan lejos estoy tan hondo, tan cerca de su dentro y tan al fondo, tan ávido y completo, tan estrujado, tan posesivo y pleno, tan aplicado que cuando el nuevo día se asoma, me alzo desangrado.


Patricio.





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